De lo que se trata es que la cuidadora de tus hijos te inspire confianza, convirtiéndose en una figura de referencia, de autoridad y de seguridad. Es, precisamente, lo que necesitan los niños. En los días de prueba, observar la manera en la que interactua la cuidadora con nuestro hijo hará que estemos seguros de la elección. Para saber si esa elección es correcta, nos bastará contrastarlo con la actitud del niño. Una sonrisa vale más que mil palabras.